Amaneció un muerto
Sonaron las ambulancias, y las patrullas.
Revisaron al herido.
El hombre titiritea pálido
-No hay herido.
Se apagaron las ambulancias y las patrullas.
Al transcurrir de la noche, un quejido profundo le saborea en la panza.
Rios del líquido rojo espeso bajaban por las alcantarillas,
Y por las alcantarillas bajaban sueños y esperanzas,
otro sin nombre dormirá bajo los ojos parpadeantes. Tendrá pesadillas.
Sus ultimas pesadillas...
Despierta el barrio, las camaras apuntan sobre una sabana blanca.
-El occiso es un hombre de mediana edad.
Son camaras de curiosos, no de las que importan,
al final, es otro sin nombre, desecho de la alta sociedad.
Otro sin nadie ha muerto.
No llenará estadisticas, no encenderá alarmas.
Anuncian otro concierto por el noticiero.
Otro sin nadie a partido,
un desecho más, un estorbo menos.
Sabanas blancas para tapar la mugre,
parchones blancos en la perfección
para dejar a la parca cobrar su peaje.
Otro sin nadie a muerto,
culpa de él mismo,
putrido tieso yace al final de la enfermedad,
al final de la cuadra, yace otro putrido cuerpo.
Cuerpo y nombre se consumen silenciosos en el vacío.
