Con la Aurora-amanecer, se nos da la oportunidad diaria de cambiar nuestras vidas: crear, aprender, disfrutar de la vida misma. Muchos buscamos el aurora de nuestros pensamientos o de nuestros sueños más anhelados. Esperamos ayudar a abrir nuevos puntos de vista que nos ayuden a encontrar esa aurora. Despertar crítica, crear conciencia y difundir información referente a cine, literatura, psicología, filosofía política, economía, democracia y de vez en cuando temas tecnológicos.
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miércoles, 2 de febrero de 2022
Hola!
Hoy vengo a contarles algo, chiquillos. Un
día de estos me encontré con un amigo. Yo venía de hacer ejercicio. Era un día
de esos, que aunque amaneció gris, uno se logra levantar temprano. Con más
energía. Salí a caminar al parque y saludaba a todo aquel que yo veía. Me sentí
como el chavalo de la canción de Resistencia Suburbana.
Hace rato que no conversaba con él. Con
alegria lo reconocí entre la multitud de voces en que habita la monotonía de
tiempos de pandemia.
-¡Hola!, ¿cómo estás? Le dije en torno
burlesco, haciendo referencia a un chiste interno entre nosotros. (En realidad
era más una burla a otro amigo que tenía la mala costumbre de escribirle eso a
muchachas durante sus noches ebrias embarrialadas de soledad).
-Mae, estoy bien. Viejo, ¡Hace rato no lo
veía! ¿Donde te has metido?
-Di, no. Aquí hechando pa lante y ¿vos qué,
huevon?
(Antes de contestarme veo que toma algo de
aire)
-Pa, di para serle sincero no debería
quejarme. Pero, a veces como cuesta, ¿verdad?
A veces me harto de levantarme en una casa
hacinada por mis desordenes mentales. En las que cada habitación se convierte
en una trinchera distinta. En una batalla a la que me da pavor ingresar. Por ahí
llevo tres semanas sin entrar al cuarto de invitados por que la ultima vez que
me embriagué, caí ahí y dejé un desorden que ni quiero ver. Creo que hasta un
brassier yace ahi como simbolo de la conquista de esa noche-Y ni recuerdo el
nombre de la muchacha-. Ingresar a esos campos destrozados por la nostalgia
traen los recuerdos que metí conscientemente en “el lagunazo” para no afrontar los errores de ese día. Por
que ud sabe mae, es más fácil hacerse el sovietico que afrontar las cagadas de
uno.
-Mae, tranquilo. Aquí estoy para vos, pero
no te alburerees. Te esta yendo bien. ¿Qué te pasa?
-Di pa.... ¡No sé, huevon!, la verdad no
sé. No he ni quitado el arbol de navidad. Hay dias en los que no quiero ni
hacerme desayuno. A veces acumulo ropa sucia durante tres dias o más en una
esquina, y no saco ni la basura. Y me puteo, ¿sabés? Porque es pura vagancia,
nada me cuesta estar ordenado!! Siento que gasto mucho tiempo en la play o
viendo videos del Shark Tank versión México o de los muchachitos de Asia que
construyen piscinas con barro. Y pienso que podria estar utilizando ese tiempo
para algo mas productivo, como leyendo un libro, así como hacés vos. ¿Me
entendés?
-Pero mae, no te des por el pecho. ¡Lo
estás haciendo bien! Todos la cagamos de vez en cuando. Relájate, huevon. Mae
la vida no hay que tomársela tan enserio cómo nos hacen las redes sociales
creer. Menos con toda la presión “a ser
mejor” que en pandemia nos hemos auto impuesto como sociedad.
-No, no. Mae, ¿Cómo te digo? Yo estoy bien,
solo que a veces. No sé, no sé....
-¿Pero a que te refieres?
-Di, que a veces la cago.
-Pero, mae. Todos la cagamos… ¡Es parte de
crecer! Es parte de vivir, es parte de aprender. Es parte de perdonarse y
quererse. Tal vez vos no lo sepas, pero tal vez hay gente que te admira huevon.
¡Ponele! Deja de hacerte el mártir, que la vida se ta va a ir esperando
construir el tren Perfecto para unas vías ferroviarias chuecas, y a veces la
vida es más divertida cuando los vagones transitan por esas partes
desordenadas. El camino de la vida no es plano, es más como una montaña, a
veces se está arriba. Otras muchas abajo. Sé que a veces es duro, sobretodo
porque uno actúa como Juez, testigo y acusado con uno mismo. Lo importante es
reconocerse, trabajarse y seguir. Seguir tras los sueños de uno, por más pequeños
que sean, seguir.... y seguir. Y si uno se cae, levantarse con más ganas
sabiendo que probablemente la vas a cagar otra vez.
-Hmmmm. Pa, creo que tenes razón. Pero
mejor andá. Andáte. Gracias por el sermón, pero vete para otro lado que me vas
a momentear.
En se momento terminé de lavarme los
dientes y le dije gracias a mi amigo que hacía rato no veía en reflejo del
espejo. Le dije que se cuidara y me fui con la promesa de seguir mejorando cada
día.
(esto es un texto literario. No una entrada en mi diario. Gracias a las personas que se preocuparon y me preguntaron si estoy bien. Sí, si lo estoy.)